Metamorfosis vital



Y la noche se despide con su mejor vestido para dar paso al nuevo día que se asoma tímida y sigilosamente; el río termina su impetuoso sendero en un sedentario lago o en un plácido y pletórico mar con vistas al infinito; la fiesta por más grande y sonada que sea, finaliza en algún momento y da paso a la calma y tranquilidad; la tormenta más salvaje y destructiva tiene su fecha de caducidad y se transforma en un saludable petricor de los más dulces, hipnóticos y embriagadores; asimismo chiquilla mía, el peor de los dolores y penas del alma y el corazón, que ya taladraron por demás las risas, los momentos que "hubieran sido" y ese perro negro, con un caprichosidad pegadiza e incomprensible,  en algún momento inmenso y vengativo, fue tornándose chiquito, domesticable y hasta comprensivo; esas congojas que se creían otrora, recurrentemente agobiantes y la puñetera distimia que no dejaba de estar whatssapeando constantemente, se van diluyendo lentamente hasta transformarse, como por arte de magia en unas mañanas llenas de sol y dinamismo, de sudor del bueno que acaricia la piel y tonifica los músculos,



de momentos nuevamente inigualables por sus elementos y protagonistas y zas se produjo la tan ansiada metamorfosis para beneplácito del alma y del cuerpo, de esa que te permite sonreir sin miedo, sin vergüenza y sin medida, de esa que hace aplaudir al corazón por todo, por nada y por más, en fin de esa que te permite ser libre y capaz de lo que tu imaginación sueñe.


 


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