CON ALMA DE NIÑO

 "Dejad que los niños vengan a mí "

"En cada niño nace la humanidad*

"Envejecer es obligatorio; pero crecer es opcional"

De Jesús, Benavente o Disney, y así un montón de frases más que enfatizan la necesidad perentoria, sino imperiosa de seguir conservando esa grandeza infantil manifestada en actos puros, incondicionales, sin la búsqueda superficial de retribución o recompensa alguna, sino tan sólo el hecho de sacarle el máximo rendimiento al destino que nos tocó vivir y hacerlo con el corazón puesto en él.


Y es que la magia, impronta y huella de la bondad e inocencia humanas de cada ser en desarrollo nunca se pierde, siempre está presente y ahí; devolviéndonos la extraviada fe e ilusión, sea en la fuente de trabajo, en la reunión de padres de familia o en el campeonato de fútbol. 

Donde ese lienzo en blanco y tabula rasa que nos obsequió el destino o acaso algún dios en el que pacientemente hemos ido poniendo nuestra fe y acaso la posibilidad de pasar luego al edén soñado (vaya ecuación más licenciosa y disoluta en este mundillo terrenal y las más de las veces incorpóreo y subjetivo); con el tiempo y los tacos que añadimos al calendario, particularmente a partir de nuestra adolescencia, la hemos ido manchando meticulosa, perseverante y concienzudamente; una razón más, para sentir profundo afecto y devoción por esas almas infantiles, libres de pecado y a prueba de toda perturbación.

















Pues en este nuevo 12 de abril, cuando toca agasajar a nuestros chitis; esos hermosos e incomparables llokallas e imillas a las que vamos formando día a día, a imagen y semejanza de sus progenitores (lo cual en buena parte de los casos, no siempre suele ser positivo, ni resultar beneficioso); a los que brindamos - a la par del colegio porque creemos deber ético y sobre todo integral - herramientas socioemocionales y éticas, de las que consideramos que les pueden hacer falta en función al contexto y lo circunstancial; a los que adicionalmente proveemos capacidades y competencias duras y de acuerdo a nuestro ocasionalmente limitado conocimiento, pero siempre con la mejor de las intenciones; a esos güajes, rapacinos y chilpayates que deseamos que sean en un futuro no muy lejano, ciudadanos que brillen: íntegros, empáticos, analíticos y críticos tanto con sus destinos, como con la sociedad que los vió nacer.













En fin, a esos nuestros eternos chiquillos-as que hemos parido física, intelectual y emocionalmente; a todos ellos un grandísimo abrazo y nuestros mejores deseos de días mejores, sin adoctrinamientos de ninguna índole, ni pajas mentales huecas, de coyuntura y sin fundamento; sino más bien con una educación de calidad, no sólo en las aulas, sino como principio  elemental, determinante y estratégico, en cada uno de nuestros hogares. Es nuestro deber como padres irles mostrando el camino, el ritmo y la cadencia de los compases y lo seguiremos haciendo con el mismo cariño de siempre, porque a más de ser nuestra obligación, son nuestra razón de vida ¡¡¡¡







Comentarios

Entradas populares