CUANDO EL CICLO CULMINA EN LA META
Al día 14 de producida la fecundación y cuando la determinante aunque poco conocida "gastrulación" nos convierte en una masa ordenada, uniforme y lo más importante, marca el principio - y donde no hay vuelta atrás (sería muy recomendable que la de las pañueletas puedan entender este sencillo; pero determinante paso a la vida) la estructura básica de lo que llegará a constituir nuestro organismo con casi 300 huesos al nacer y donde esa masita muscular blandengue, pero perfectamente distribuída, y luego de pasar con mucha probabilidad el periodo más tranquilo y felíz de nuestra existencia, durante los siguientes 9 meses donde estaremos tratados a cuerpo de rey en la cuna más perfecta que nos podemos imaginar, donde todo es utilidad libre de impuestos -como en ningún otro momento de nuestra existencia.
Sigamos con el relato, ese preciso instante de la confluencia y desenlace de lo terrenal y lo teológico, lo onírico y lo real, ese día de nuestra irrupción en este sui géneris formato vital; tan circular, solidario y agradable, como tóxico, individualista y líquido durante los últimos tiempos, innegablemente marca el punto de partida de miles de juegos - sobre todo y particularmente en la primera etapa de la obra-, millones de risas ganadas al tiempo, a los amigos y a la vida en general; ese aprendizaje del sendero vital donde te percatas que la felicidad no es un parámetro constante, ni una receta fría y calculada, ni un atesoramiento desmedido de bienes y ganancias, ni mucho menos un proceso eterno, cuadriculado y recurrente; sino más bien una especie de rompecabezas repleto de infinitas piecitas de alegría y satisfacción - solo está en el peatón temporal añadirle todas las que desee-, que la mayor parte de ellas y por paradójico que suene, las más valiosas de la misma son de carácter gratuito, fruto de un pensamiento positivo, una voluntad a prueba de toxicidades congénitas o adquiridas y una personalidad agradecida por todo el contenido y continente de la envoltura y el interior.
Y así irán transcurriendo los instantes, los momentos y los tiempos, desgranando, analizando, logrando y particularmente aprendiendo a vivir; días, semanas, años, décadas que te obsequian cosas; pero por sobre todo personas inimaginables que te llegan a complementar en su justa y verdadera dimensión, cóncavo y convexo que encaja al dedillo y a pies juntillas; o esos otros -no menos importantes-pedacitos de carne que has tenido la dicha de engendrar o por lo menos haber puesto la semilla para su germinación posterior; instantes objetivamente de los mejores y más satisfactorios en el camino de todo-a fondista vital y reconocido.
Considero objetivamente que si has llegado hasta esta parte de la carrera de la vida, puedes definitivamente sentirte el o la más orgullosa de los seres que habitan esta curiosa morada terrenal; pues el destino, el relojero universal o simplemente esa mágica palabra denominada VIDA, te ha permitido disfrutar, llorar, viajar, jugar, procrear y todos los verbos habidos y por haber que hayas podido conjugar en tu plácida existencia y paso temporal por este hogar común; pues si has llegado hasta este punto y tus ojos lograron y logran ver todo eso; pues sencillamente querido-a amigo-a, el ciclo del cuadro que pintaste a lo largo de tu existencia, está magníficamente acabado y ha sido una obra de primerísima calidad; para tí; pero sobre todo, para todos los que lograron recorrer contigo esta maratón vital, por lo menos en una de sus etapas y fases.
Y con gran probabilidad que cuando el de arriba te reciba en sus brazos; sin duda estará satisfecho de que otro de sus retoños, haya podido culminar el circuito con éxito y con el permanente recuerdo de quienes deja en la tierra: pero a los cuales siempre los irá acompañando aunque sea solo de pensamiento, hasta que llegue el día en que toque reunirnos a todos en un banquete celestial, como la gran familia que fuímos en este singular paseo por la vida.
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