SERENDIPIA
RCP _ 04 sept 23
Serendipia
... Dícese de encontrar agradablemente y por casualidad algo que no se estaba buscando....
Al encontrar en mi camino y desde prácticamente la germinación - acompañada de ese patidifuso; pero inconfundible sonido acuoso en el útero de la cuna maternal - y luego como una grata sorpresa, dos raíces fuertes, sacrificadas y voluntariosas; él, más bueno y noble que el pan y ella: dinámica, virtuosa y perseverante; él, querendón como pocos de su lugar de orígen en una cabecera de valle paceño tan singular como risueño, del tronco y ramas familiares; ella, pendiente al mínimo de necesidades y demandas de los suyos. Indudablemente un par de antaño, de comer a las 12:30, cenar temprano, tener buenos modales y ser gente de bien.
De haber tenido al lado de mi sendero infantil, un compañero auténtico, sincero como el sólo, desprendido por naturaleza y voluntad, sangre de mi sangre y segundo testimonio de una querencia singular de pareja.
De toparme en la caminata vital y en la callecita de tierra del Holguín del distinguido e hipnótico barrio sopocacheño de callejuelas limpias y señoras elegantes, con pares y contemporáneos que pusieron la nota de color, juego y luego "bebidas espirituosas" al proceso de vivir, parecida a una familia grande, a 100 pasos de distancia y 2 metros del corazón, cada uno de ellos con su temple y aura que confería heterogeneidad al asunto y aplausos al sentimiento.
En mis años de colegio y al otro lado de la ciudad, haber encontrado sinceros cuates antonianos, con los que fuí recorriendo entre acnés juveniles, curas espartanos y un ejército de puro varones, momentos de amistad, disciplina y un poco de insatisfacción por eso de que "la letra entra con sangre" y que lo aplicaban algunos profes muy a cabalidad y rajatabla.
Ya en mi época universitaria de decisiones estratégicas y muy personales, en ese mundillo intermedio entre lo civil y lo militar, el haber tenido la agradable compañía de 4 o 5 compañeros de libros, discusiones temáticas y proyecciones de vida, donde todo al final se resolvía amistosamente entre unos vasitos de chuflay y unas partidas de cacho.
En el interín y mientras tanto, haber conocido y ser cautivado por ese inigualable encanto femenino, cada una de ellas con su gracia particular, su modo de ver la vida y las ganas de pasar el tiempo juntos entre arrumacos y carantoñas, e inventando a dúo ese mágico sentimiento parecido al amor.
Y entre filtros, pruebas y procesos clasificatorios de uno y otro lado - algunos más pegadizos y otro más dolorosos - haber experimentado una nueva y espléndida serendipia y dar en el blanco rotundo con la persona de la cual voy de la mano por más de cuarto siglo, esa media naranja que puso fin a mis excesos, templó el impetú y volvió "formalito" al impenitente y disoluto peregrino de la vida y las noches interminables de bohemia y disfrute temporal de los sentidos.
Ese ser con el cual construímos y nos embarcamos en un viaje sempiterno aquí, allá y al otro lado del charco; en su mayor parte, de experiencias gratas, y algún momento de borrasca y agitación, pero donde supimos capear el temporal y volver a aguas tranquilas.
Por la dicha y gracia de haber conocido lugares, culturas y personas nuevas, lejos del hogar geográfico, buscando nuevos horizontes, otros panoramas y formas de vida; pero con el implícito e innegable deseo de crecer personal y profesionalmente, costó - sobre todo por ese aprendizaje emocional "solo y lejos" a salir adelante en una sociedad distinta; pero valió la pena por los resultados y las experiencias vividas cerca al Cantábrico, entre culines de sidra, praos y playuques asturianos.
Retomando el ovillo, producto de esa querencia, haber experimentado la dicha de la paternidad y criar a un noble y empático primogénito, compañero de mil aventuras y caminatas entre ziplines, montañas y bicicletas.
Y el destino luego me hace mejor persona y el más motivado de los feministas, dándome una preciosa sonrisa de niña, acompañado de un carácter como el de su padre - que no es poca cosa, ni moco de pavo - carácter a prueba de fuego y perseverancia al límite.
Pasado ello, me obsequia al tercer retoño: competitivo, puro sentimiento y con una zurda como de la pulga.
En fin, ya entrando a la segunda parte del partido de la vida, concluyo con total margen de seguridad y convicción que esas mentadas y gratas SERENDIPIAS VITALES se han ido manifestando a lo largo de esta caminata, una tras otra, como piezas de lego o fichas de un rompecabezas que van encajando a la perfección y van proyectando un cuadro existencial agradable a la vista y a los sentidos en general.
Considero que es lo mágico y misterioso de la vida - lógicamente si eres un peregrino que no hace daño al caminar y trata al resto de caminantes como desea ser tratado - que todavía el destino tendrá reservado un buen vino en su bodega y lo descorchará cuando menos lo espero para brindar por lo vivido, por el presente y por lo que queda de camino por recorrer.
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