CÁSCARA
Surcos que van recorriendo la cáscara del transeúnte,
de un destino tan manifiesto, como auténtico y sin artificios;
viajan impasibles de norte a sur, probablemente marcadas
por esas gotas de sudor que resbalaron a millones
de tantos verbos, adrenalina, acciones y movimientos,
las más de las veces de los buenos y de esos otros supremos.
Estampas horadadas que viajan a voluntad de este a oeste
este tegumento otorgado por natura, dios y mis dos raíces,
unas suaves, superficiales y dispuestas uniforme y hasta agradablemente
otras más ásperas, enraizadas y profundas, cual pergaminos existenciales,
unas terceras toscas al estilo barroco, generadas por la travesura, vehemencia y exceso
todas ellas, testigos mudos y objetivos, que dan cuenta de la plenitud y lo transcurrido.
Sublimaciones del tegumento adquiridas al tiempo, con el tiempo y a pesar de éste,
sutiles confidentes fautores de viajes, travesías, caminatas y periplos terrenales;
tatuajes naturales y alguno provocado, de vicisitudes, circunstancias y vivires
conseguidos como palmareses de una vida y un destino pleno, intenso y decidido
a todos los estimo igualmente, más a ninguno le guardo antipatía ni rencor,
pues representan "heridas de la guerra vital", naturales o no tanto;
en este caminar tan licencioso y libertino, como disoluto y espontáneo.
De momento en el proceso y los tacos que acompañan a mi calendario personal
seguirán cincelando los artistas las hendiduras del cuero que recubre pensar y sentir
más cuando el ocaso del reloj personal marque inexorable su apacible extinción
miraré cada una de ellas: las tenues y las profundas, las agradables y las retorcidas
tanto esos pliegues naturales que se irán acentuando con el caminar del reloj,
como aquellas otras provocadas y generadas por el tiempo y sus verbos conjugados
e incluso algunas últimas que estoy convencido que vendrán aún al tegumento vital
y sabré que fue una peregrinación vital que tuvo sentido, sensaciones y sentimientos
que fueron curtiendo ésta cáscara corpórea, tan libre, intensa y sincera,
como las pinceladas aéreas de un raudo colibrí o el destello de un curucusí de verano.
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