Andamiaje y andadura vitales
De Villa Pabón a Sopocachi a los 5 años, donde entre amigos
de la calle Holguín: el chivito, nuestro loro, nuestra maravilla amarilla (por
el taxi de ese color) Mike un querendón del club q lastimosamente partió antes
d tiempo y sin previo aviso, el sapito: gracioso y cantador como el solo, el
negro, el búho, el pavo, el choclito y un largo etcétera de cuates de esos que
fueron puestos en mi camino como piezas de domino, sinceros y agradables y cada
uno de ellos con su propia y peculiar gracia y gusto por la vida, y quién les
escribe, el gallo, completabamos una suerte de zoológico de amistad, juegos
infantiles: bolitas,l trompo, voladores, dinkies, guerritas, tuncuña y mil más
de contacto, de interactividad física, de creatividad a tope, en fin, infancia
íntegra de mil sonrisas y moretones a partes iguales, y q se llenaban mágica y
perfectamente con mi segundo templo del saber - el primero siempre fue mi hogar
- mi escuelita Cristo Rey de Fe y Alegría y mis queridas y eternamente
recordadas profes: Betty, Nelly, Zenobia, María Eugenia y Marta, mis mayores y
mejores agradecimientos por haberme llenado la cabeza de letras, números, metas
y sueños por cumplir, como podrán advertir en el principio de mis tiempos, casi
todo rozando la perfección definitivamente.
Por ahí un primer punto de inflexión y cambio profundo, mi
tercer destino escolar: el colegio particular San Antonio de Padua en la calle
Chuquisaca, de puro chicos y aulas supernumerarias (60 estudiantes por clase)
que no es precisamente el modelo educativo a emular; pero donde una vez más
encontré mi lugar y número: el 14 de Camacho- lleno de magia y misterio hasta
ahora - con amigos para todos los gustos y colores y con muchos de los cuales
se ha forjado una especie de familia eterna, pues nos seguimos viendo hasta
ahora en las jornadas sabatinas de fútbol, risas, anécdotas y nostalgias que
siempre te mantienen vivo, vital y parte de un grupo social.
A decir verdad y pese a destacar, no salí del colegio con
una idea clara de lo que deseaba en la vida, una especie de obnubilescencia
existencial, y claro, como por esa epoca ser militar de la aviavión estaba de
moda, fue la primera opción y desilusión posterior por un par de temas médicos,
aunque desde ese entonces la frase "no hay mal que por bien no venga"
lo llevo siempre presente y se ha convertido una especie de palabra santa, pues
posteriormente comprendi que no era lo mío.
Mi siguiente parada, la Escuela Militar de Ingeniería- EMI,
elegí ingeniería comercial, pues se proyectaba potencialmente interesante y con
bastante desemboque laboral; probablemente ahora no lo haría por la saturación
de este oficio y el hecho de tener hasta hoy una especie de incertidumbre
académica, porque somos un poco de todo y nada de mucho.
5 años de disciplina, libros, materias, docentes muy
calificados, constancia y buenas experiencias académicas y conductuales; aunque
total, luego de salir del ámbito universitario, constatas de primera mano y en
primera persona lo jodidamente complicado que es conseguir un puestito laboral
en este nuestro contexto nacional si es que no hay "enchufe" o buenas
recomendaciones del compadre de turno, en fin es otra de las realidades latinas
y boliviana en particular que no cambiarán por los siglos de los siglos .
Luego de un par de experiencias laborales: la primera en el
ámbito de comercio exterior en el rubro artesanal, la siguiente un proyecto de
desarrollo social por el norte de Potosí y la tercera haber laburado en temas
de capacitación empresarial en la ciudad; no dejaba de rondar intermitentemente
por la maceta y dar vueltas la idea de ampliar horizontes, conocer mundo, ver
otras realidades y sociedades, culturas y gentes y de paso especializarme en
algo vinculado a mi carrera.
Pues nada, ese destino estaba a 10 mil kmts del hogar, una
guapa ciudad española, capital del principado de Asturias: Oviedo, donde pude
compartir con un gran y multicultural grupo humano una maestría en
administración de empresas.
Nuevamente viene la tormenta y la distimia que lo acompaña,
pues luego de culminar el máster y haber iniciado el doctorado sobre economía
en la U de Oviedo (Factores Competitivos de la Empresa), pero el cual no llegué
a concluir, porque la disyuntiva era estudiar o trabajar para sobrevivir y por
deducción lógica y la pirámide de Maslow opté por el segundo. Retomando el
tema, viene un periodo complicado y otra vez el perro negro que se acrecenta,
pues a pesar de echar currículums por diestra y siniestra en mi campo
profesional por tierras ovetenses, nada de nada; hasta ahora me preguntó porqué
ni siquiera se dignaban en responder o por lo menos concertar una entrevista
laboral en los lugares y empresas donde encajaba mi perfil académico; pero
probablemente no, mi nacionalidad, he ahí el quid de la cuestión.
Y luego de ese año entre libros, soledad y descubrir que hay
cosas evidentes que nunca van a cambiar, como que la inmigración es un fenómeno
que no lo entienden muchos y un problema para otros tantos (más bien los
menos); me fui empapando de esa cultura asturiana, tan original como
condescendiente, tan empática, como atractiva; y las cosas se fueron suavizando
a mejor, particularmente cuando un día de junio y entre cartas, mails y fotos,
llegó mi medio limón de toda la vida, esa morena reyesana que decidió emprender
y compartir el sendero conjunto lejos de nuestras raíces y lo sigue haciendo
hasta hoy con esa perseverancia, tenacidad y cariño, que no hay por donde
ponerse de mal humor con ella o buscarle pelea, en esa parte estoy seguro de
que Dios quiso premiarme o estaba de muy buen humor para que esa persona se
haya cruzado en mi camino aquella mañana de mayo de hace 24 años por la plaza
Abaroa, con patines y vestidito verde limón.
Siguiente paso, Gijón, una preciosa ciudad de 300 mil almas
en la costa asturiana, dónde prácticamente estuve 9 años, que me dejó un buen
sabor de boca con los mariscos, el jamón de bellota, su queso cabrales, sus
cachopos kilometricos o sus típicas fabadas; un agradable sentimiento por su
gente amable, culta y con un bonhomia que lleva en el alma y "gústame
dexar siempri pela nuochi bien fregá toa la cacía, provocamé facerlo" y un
apego cultural con su lengua el bable y su tradicional !Que ye oohh!, ! tomamos
un culin! o !vamos de playuques y luego pa los chigres!!!.
Hoy 19, me permito entre confidencias y desahogos, queridos
amigos, y pasando al lado tumultoso de la acera, tocó también crecer
emocionalmente, no quedarme de brazos cruzados y probar al destino, nuevos y
benditos oficios que me sirven e inspiran hasta el día de hoy: el de jardinero
que me enseñó el cariño a nuestras amiguitas verdes; el de encuestador y la
búsqueda permanente de información o el de pizzero junto a Domenico, un
italiano con una calidad humana tremenda y unas lasagñas de vicio; tocó también
trabajar de seguridad en discotecas y esa estridente música electrónica que
hasta hoy la rehuyo y dónde me tocó ver la decadencia de la juventud y sus
vicios de todo tipo en una parte de esasociedad; de pintor y el detalle de sus
brochazos y esa motricidad fina a tope. En fin destaco todas y no juzgo
ninguna; todas ellos me enseñaron un poco de todo y el hecho de sentirme
valioso en una sociedad distinta, y dónde probablemente el de escanciador de
sidra fue el más curioso, impredecible y recordado, tanto por el tiempo que me
llevó hacerlo correctamente y por la admiración que causa el ver escanciar y
saborear un buen culín de sidra al comensal, y que el hecho de ser zurdo le
confería incluso más espectacularidad al asunto y en algún caso hasta el
aplauso del visitante extranjero (francés sobre todo).
Algo definitivamente destaca por el resto de temas, trabajos
y experiencias en mi periplo por tierras gijonesas, el hecho de haberme
convertido en padre de 3 criaturas sin iguales: el primero - GAEL- noble como
una lechuga y donde el chapulín colorado se queda un poroto a su lado, mi
eterno compañero de aventuras, risas y juegos; la segunda - ITZIAR - con el
temple y carácter de Juana de Arco, y una perseverancia como la de Zaha Hadid y
convirtiéndome en mejor persona en la sociedad, pues ahora soy el más feminista
de los hombres; el tercero - DAREK - con una gracia particular para darle a la
pelota con su zurda traviesa y precisa, el enamorado de los animales y la
ternura personificada. Son incuestionablemente mi todo y mi más, mi alfa y
omega, en suma mi mundo: ayer, hoy y hasta que dios y el destino lo dispongan.
De vuelta a casa y cruzando el charco con mayor fortaleza
emocional y cargada de experiencias singulares y wawas variopintas, me toca
nuevamente experimentar lo acomplejado y peliagudo del sistema y muchas de sus
anquilosadas instituciones y nuevamente esa distimia tan pegajosa como
caprichosa; pero al final y como bien dicen "Dios aprieta pero no
ahorca" y actualmente me dió la oportunidad de trabajar en una gran institución:
Fe y Alegría, una organización que tiene la finalidad de transformar a la
sociedad y a las personas a través de la educación, probablemente una de las
tareas mas delicadas e importantes a encarar en toda sociedad, para crecer en
contenido y substancia y no permitir dictadorzuelos de pacotilla, ni
advenedizos sedientos de poder, sino más bien seres pensantes, criticos,
empáticos y constructivos, justamente lo que tratamos de lograr con nuestro
trabajo.
Y para finalizar este recuento de hechos, aprendizajes y
personas que constituyen mi esencia y continente; llegó el cuarto retoño -
RENZO BRAIS -tan carismatico como jovial, tan berrinchudo y tierno, como
travieso y mimado, el bebé de los tiempos covid, que me dió nuevamente esa
sensación paternal tan sinigual como inenarrable, tan dulce como sacrificada;
tan importante como estratégica de cara a poner con tu granito de arena en la
construcció de una sociedad más equilibrada, socialmente más justa, éticamente
más comprometida; siempre con la verdad, honestidad y empatía como normas
elementales.
Pues he ahi un poco de mi para ustedes, para el que desee
saber de dónde voy, dónde estoy y a dónde me dirijo, hoy 19 que agradablemente
cumplo una vuelta más al sol, un abrazo y hasta un siguiente capítulo....
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